
A veces nos pasa que no sabemos para dónde ir.
A veces nos pasa que nos sentimos solos.
A veces nos pasa que necesitamos llorar sin motivos.
A veces nos pasa que necesitamos reírnos.
A veces nos pasa que sentimos que es mejor estar en silencio.
A veces nos pasa que queremos volver.
A veces nos pasa que el pasado nos duele y nos alivia de igual forma.
A veces nos pasa que interpretamos mal las cosas.
A veces nos pasa que no soportamos a nadie.
A veces nos pasa que no escuchamos.
A veces nos pasa que encontramos distracción en cosas muy simples.
A veces nos pasa que sentimos que nada es suficiente.
A veces nos pasa que las emociones se nos mezclan.
A veces nos pasa que nuestro corazón se queda ciego.
A veces nos pasa que ignoramos a la lógica.
A veces nos pasa que hacemos todo mal.
A veces nos pasa que no nos reconocemos a nosotros mismos.
A veces nos pasa que nos cansamos de todo.
A veces nos pasa que nos toca recibir los golpes de la vida.
A veces nos pasa que nos alejamos de todos.
A veces nos pasa que no encontramos la salida.
A veces la salida está en frente nuestro y nosotros simplemente nos quedamos parados mirándola sin verla, inconscientes de que está ahí. A veces caemos en la depresión, nos frustramos y nos desesperamos porque la salida parece alejarse conforme vamos hacia ella. Queremos gritarle que nos espere, que no se vaya sin nosotros. Queremos, pero no lo hacemos. Porque es más fácil dejar de correr hacia ella, es más fácil darse por vencido... y es más fácil callar. Se acumulan las emociones en el silencio y nos hundimos en él, mientras la salida se sigue alejando más y más...